J. Calatrava

  Tenía 20 años recién cumplidos y acababa de obtener mi primer destino como Maestra de Escuela: El lugar, un pequeño anejo o pedanía de la localidad almeriense de Níjar, donde vivían apenas 150 personas. Cuando llegué a Huebro, ese pueblecito que veis ahí, entre rocas de más de 1000m de altura, me bajé de la burra. Este noble animal, era entonces el único medio de locomoción posible, para escalar ese camino pedregoso, todo cuesta. Huebro está a unos 6 Km. de Níjar por la carretera que puede verse a la derecha , y que entonces era intransitable..”por el camino”, es decir por las trochas, la distancia se acorta a unos cuatro Km., aproximadamente. La altura de Huebro con respecto al nivel del Mar es de unos 700 metros.

 

Sólo subí en burra esa vez. Permanecía en el pueblo durante toda la semana y cada lunes subía la cuesta andando, acortando por las trochas hasta que les pillé el tranquillo. Al principio tardaba en subir una hora y cuarto. Al poco tiempo, hacía la subida en tres cuartos de hora. Me acuerdo que cuando ya no podía más, me sentaba unos minutos en un punto del camino llamado “cuesta Colorá”.

 

Los viernes bajaba prácticamente rodando, corriendo, estaba loca por llegar al pueblo y tomar el autobús para llegar a mi casa, en Almería.

 

Si recuerdo como una dolorosa pesadilla cada domingo por la tarde, cuando tenía que coger el autobús de vuelta a Níjar, porque tenía que dejarme en casa a mi padre enfermo.

 

Así viví 4 años: La escuela durante ese tiempo estuvo en tres locales diferentes. En la imagen de arriba, el primer local donde impartí mis clases, una casa casi en ruinas, junto a la balsa y el lavadero. Desde el balcón, que siempre tenía que estar abierto, porque le faltaba una hoja de la puerta, tenía una vista bellísima: el valle hasta Níjar, un valle verde donde podían contarse hasta 18 Molinos de Agua. En la escuela tenía 13 niños y niñas,

 

Para el frío nos llevábamos un brasero y los niños se encargaban de llevar palos para atizar la lumbre. Así estuve hasta mayo de 1968, casi un año. Y no nos fuimos de allí por gusto, sino porque los contratiempos nos obligaron. Cuando llegué un lunes por la mañana, los escalones de acceso a la puerta de entrada se habían hundido.

 

Para terminar ese curso, que luego se alargo al siguiente, nos llevaron a una salita de la casa parroquial, y allí nos llevamos nuestros viejos pupitres.

 

Los dos últimos cursos, desde septiembre del 69, hasta junio del 71, estuvimos en un almacén “decente”, nos dieron algunas mesas y sillas que habían desechado en el Grupo Escolar de Níjar. Nosotros tan contentos. En Junio de 1971 comunican que suprimen la escuela por falta de matrícula, ya sólo había seis niños en edad escolar. Se irían a la Residencia Escolar de Níjar.

 

Al proceder yo de una escuela suprimida, tuve derecho preferente en el concurso de traslados y me dieron Roquetas de Mar. Allí estuve ejerciendo durante 16 años: maestra, Jefa de Estudios, Directora de un Centro de 40 unidades.

En 1989, me llamaron a Sevilla, para participar en la redacción de los diseños curriculares de la Reforma Educativa de 1990. Estuve trabajando en Sevilla hasta 1994, asumiendo también la coordinación regional en la Formación Permanente del Profesorado de Andalucía oriental. Desde esa fecha hasta 2004, desempeñé esa misma función pero en el ámbito provincial, desde la Delegación Provincial de Educación de Almería.

 

Los curso 2004 a 2006 he trabajado en el gabinete de prensa de la Delegación de Educación de Almería, y he dirigido un periódico escolar trabajando codo a codo con un medio local “La Voz de Almería”. El último curso he estado de baja. Los responsables de ello saben por qué. Me jubilé el pasado 31 de agosto, con el sabor de boca de quien ha hecho todo lo que ha podido, y ahora vivo con ilusión esta nueva etapa de mi vida.

 

                                           Lola G. J.